El Caribe no perdona, esa mezcla extravagante de colores, sabores y alegrías no puede faltar en la mesa, y es que la cocina tiene una estrecha relación con el carácter de su gente.
En Venezuela la mesa es jovial, llena de colores y contrastante en sabores, la mañana se baña con un delicioso café negro, de la tierra misma, procuremos no dejar de endulzarlo con papelón para que la experiencia tome matices colosales.
El desayuno nos ofrece un abanico de maravillosas opciones, la cálida pizca andina, el mute de chivo, caraotas refritas con carne mechada, los deliciosos pastelitos, el plátano asado con queso, la acemita tocuyana, las empanadas, las infaltables arepas porque una arepa con mantequilla es una arepa con mantequilla. Si nos vamos adaptando a los tiempos y a nuestro día a día, hay que nombrar a un amigo que llegó para quedarse en el gusto diario del venezolano, el cachito.
Vamos a acompañar su jamón y su tocineta con un toque de nuestro sabor y ya que forma parte de nuestra cotidianidad, repotenciemos su sabor con nuestro queso guayanés y si la idea es seguir avanzando en sabores y mantener la modernidad el queso paisa es la opción, un venezolano de nuestros tiempos. Café con leche es la seña para acompañar el desayuno criollo, aunque hay quienes preferimos el color de los tropicales jugos de esta tierra, parchita, melón, lechosa, naranja, hay de todos los colores y de todos los sabores.
No olvidemos incluir recetas familiares en nuestro almuerzo, el pastel de polvorosa, el tarkarí de chivo, el asado negro, la olleta, el oriental sancocho de pescado, tradiciones que no deben perderse. Nuestra mesa es de contrastes y debemos arriesgarnos en los sabores para mantenerla viva y dinámica, el guapo pabellón que se mantiene fuerte en cuanta mesa ciudadana nos topamos es el mejor ejemplo de que la cocina venezolana está mas alegre que nunca. Con casabe, plátano, yuca o arepa los platos venezolanos crean una sensación inolvidable.
El cafecito de media tarde es otra cosa, y aquí si me voy a quedar corto si me da por nombrarles los dulces que podemos disfrutar en la merienda, pero para no hacerles largo el cuento, les voy a recomendar mi favorita, la torta fría de guanábana.
Cerremos el día con la misma alegría con la que lo abrimos y llevemos a la mesa los colores del mojo andino, la deliciosa y cremosa reina pepiada, el cariñoso caldo de gallina y las arepas de trigo, en cualquier combinación siempre nos sentiremos identificados con nuestra comida, eso es algo con lo que nacimos y muy difícilmente se pierde, es un placer que no debemos dejar de disfrutar por distracciones de la vida diaria.
Cuando Venezuela está en la mesa el venezolano sonríe y el chiste se hace mas fácil, el abrazo mas ligero y la conversa mas sabrosa.
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