Una fresca mañana andina un par de muchachos jugaban descuidadamente en el parque 12 de febrero, a las orillas del rio Torbes. Uno de ellos quedó petrificado al tropezar con lo que parecía ser parte de una osamenta humana, ligero, gritó a su compañero de juegos y ambos decidieron abandonar el acto recreativo y hacer el llamado a las autoridades de la entonces Defensa Civil, era casualmente, el 12 de febrero de 1.999.
Desde ese momento se desató uno de los escándalos más grandes en la historia de Venezuela por lo dantesco de sus características. Los restos encontrados por los jóvenes pertenecían a una persona recientemente desaparecida y las autoridades al emprender la búsqueda en las zonas aledañas localizaron restos de al menos siete personas más.
Cerca del sitio del hallazgo, bajo un puente, residía Dorángel Vargas, en una humilde vivienda y a quien se le encontraron diversas prendas y objetos pertenecientes a los desaparecidos, así como restos humanos preparados para su consumo. Vargas, visiblemente trastornado confesó de inmediato su culpabilidad con escalofriante naturalidad.
El Hannibal Lecter de Los Andes operaba en los alrededores de su vivienda, preparó para su atroz actividad una lanza tigrera fabricada con un tubo de un poco más de un metro de largo bien afilada en la punta, sus víctimas fueron especialmente hombre adultos, deportistas que frecuentaban el parque, borrachos que distraídos o adormitados por el consumo de bebidas espirituosas facilitaban la acción del demente. No me gustan las mujeres ni los niños, declaró el disociado Vargas una vez fue capturado por las autoridades.
La versión criolla del doctor Lecter enterraba los pies, manos y cabeza de sus víctimas y expresó haber preparado empanadas para la venta, que rellenaba con un exquisito guiso hecho con carne humana, las cuales según dijo, vendió con singular éxito y siempre recibió muy buenas críticas.
Se estima que la primera víctima del antropófago venezolano fue Cruz Baltazar Moreno, por cuya muerte y posterior ingesta fue recluido en el Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca en el año 1.995, lugar de donde escapó en ese mismo año para dedicarse a su actividad sin ningún tipo de limitación. Dorángel habría dado muerte a cerca de 40 personas, aunque por las características de sus crímenes y su severo problema mental es difícil tener una certeza matemática.
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