EL JEQUE

El diseñador Alvaro Clement 
le presenta sus respetos al jeque 
que por cierto le quedó debiendo tres fluxes.

La estrella de Hollywood Ava Gardner, el genio del futbol Pelé, el Secretario de Estado Henry Kissinger, el maestro Agustín Lara, Nat King Cole, Sarita Montiel, Marcel Marceau, La Faraona Lola Flores, John Wayne, Luis Miguel Dominguín, María Felix, el multicampeón de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio, Kirk Douglas, el director de orquesta Xavier Cougat, Tom Jones, Pedro Infante y Sammy Davis Jr son solo algunas de las personalidades que se han alojado en el Hotel Tamanaco, que fue testigo de una insólita estafa realizada desde sus habitaciones.

Corría el año de 1.982 y el señor Juan Manuel Mezquita visitaba la vecina isla de Curazao donde hace contacto con un misterioso personaje que le fue presentado como un acaudalado jeque venido del medio oriente con la intención de invertir alrededor de 500 millones de dólares en territorio latinoamericano.

Mezquita, hombre de negocios y de paso propietario de una mina de oro en el sur de  Venezuela no pierde tiempo y de inmediato obsequia al jeque con tres frasquitos contentivos de pepitas de oro y le extiende una invitación para visitar Caracas, poniendo por supuesto, su aeronave privada a las órdenes de tan distinguido personaje.

El 3 de agosto de 1.982 hace pie en Maiquetía Alá Al Fadili Al Tamini, nombre con el que se presentó el nuevo mejor amigo de Mezquita, y se dirige al Hotel Tamanaco con la intención de reposar en sus aposentos.

Al arribar al Tamanaco se contaron hasta en 20 el número de maletas del poderoso jeque, la mayoría vacías y aparecieron como salidas de la lámpara de Aladino, doce hermosas mujeres que conformaban el harén del afortunado elemento, más tarde se conoció que las mujeres habían sido contratadas en un lupanar de la capital y entrenadas para la ocasión.
Extraordinarias fiestas organizó el jeque donde corría alegremente el champagne y el caviar, regalaba pepitas de oro y relojes Rolex, que todavía debe, mientras convencía a sus incautos invitados de invertir sumas millonarias, que por cierto inocentemente invirtieron.
Supone el cronista que a algún personaje de la Caracas ochentera se le debió hacer raro ver a un musulmán bebiendo whisky, comiendo cochino y chocándole a la salsa como un avezado bailarín, sin embargo dos semanas después de su llegada el jeque levantó el vuelo con las veinte maletas llenas y nunca se volvió a ver.

Obsequiamos al lector con la orquesta Los Melódicos interpretando la melodía compuesta para la ocasión por el inolvidable Manolo Monterrey.






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