PAPELÓN


La famosa quinta paila no es otra cosa que la última estación de la mezcla para elaborarlo, palabras como guarapo o melao se relacionan con momentos agradables de nuestra vida, vienen con el papelón y cada mañana acompaña el cafecito negro que caracteriza al venezolano.

Llegado a nuestra tierra en la época colonial, se convirtió en ingrediente fundamental de la cocina mantuana y no es difícil observar antiguos trapiches para su elaboración regados a través nuestro territorio, como la dama que perfuma su cuerpo con suficiente aroma, pero no demasiado.

El papelón es el eje sobre el cual gira la dulcería criolla. En dulces como el de piña, toronja, lechosa o los tradicionales coquitos, observaremos el bronceado característico del hijo del trapiche, los amasijos de antaño, como acemitas, golfeados y catalinas que tanto gustan en la actualidad llevan el color del noble amigo, el alfeñique, aquel flaco dorado que se nos pega en la boca y que nos molesta y nos encanta es todo papelón.


Contraste, eso es nuestra cocina, mezcla bien balanceada de sabores y colores, allí entra el papelón como ingrediente infaltable, aquel saborcito dulzón que acompaña a nuestro ají dulce, a la arepa, al queso, es el mismo sabor del pueblo venezolano.




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