Pocos alimentos tan versátiles como la pizza, su origen, en la mayoría de las informaciones data del siglo XVII, pero por las características de su conformación podríamos decir que la pizza existe desde la creación del pan. De origen indudablemente mediterráneo, por su forma, podemos hacer cualquier combinación por alocada que parezca, siempre y cuando sea de nuestro gusto, o la solicite algún comensal.
Personalmente disfruto con mayor gusto la pizza tradicional con salsa de tomate y queso mozzarella de base, siempre con anchoas. No debe el lector, en ningún caso, dejar de probar la pizza con variedad de quesos combinados, tales como emmenthal, parmesano, gouda; esta mezcla es definitivamente explosiva.
Ejemplo de una pizza tradicional podría ser una con base de salsa de tomate, hojas de albahaca fresca y mozzarella añadiendo un elemento al salir del horno, queso pecorino con pimienta, la adición del ovino producto hará que la degustación tome otras dimensiones.
A pesar de no ser un apasionado amante de la pizza blanca, existe una en la que encontré sabores deliciosos y que para los aficionados a la comida sana será todo un suceso, únicamente hay que preparar la masa con harina integral, rociarla con un poquito de aceite de oliva, colocar requesón, espinaca fresca y pimienta, el sabor es especial.
Podemos decir que tratándose de la pizza cualquier combinación es válida y no estaríamos mintiendo, el límite lo pone nuestra imaginación, acompañadas con vino, con mi favorita, la cerveza o con cualquier bebida ligera, no deberían dejar de disfrutar este alimento que fue creado a la medida de su consumidor, una de las maravillas de la gastronomía universal.
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